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PREGOREXIA: UN TRASTORNO DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA CASI DESCONOCIDO

Los trastornos de la conducta alimentaria más comunes son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa (más conocidas como “anorexia” y “bulimia”). Pero existen otros trastornos relacionados con la alimentación que, no estando aún categorizados en los manuales DSM-V y CIE-10, comienzan a aparecer entre la población, como la vigorexia, la ortorexia o la pregorexia. Vamos a detenernos hoy en esta última. ¿Qué es la pregorexia?

La palabra pregorexia deriva de la combinación de los términos “pregnancy” (embarazo en inglés) y anorexia, haciendo referencia a un trastorno que aparece cuando la mujer intenta bajar peso y mantenerse delgada durante la gestación, lo que implica una ingesta alimentaria por debajo de los niveles calóricos y nutricionales saludables necesarios y correspondientes al embarazo. Las mujeres que padecen este trastorno se preocupan de forma exagerada por su figura, además de no querer y tener miedo a aumentar mucho de peso durante el embarazo, por lo que restringen su ingesta calórica, pudiendo inducirse vómitos y aumentando su actividad física, para eliminar las pocas calorías que ingieren. Como consecuencia de esta restricción alimentaria se produce la malnutrición y el descenso o no aumento del peso deseable durante el periodo de gestación.Se trata de una palabra inicialmente acuñada en 2008 por los medios de comunicación norteamericanos, también llamada comúnmente “anorexia del embarazo”, para describir un concepto y un conjunto de síntomas nuevos englobados dentro de una patología ya existente, la anorexia.Los casos de pregorexia han sufrido un fuerte aumento en gran medida a causa de la presión social sobre los patrones debarriguita belleza y a la proliferación de imágenes de embarazadas famosas que se mantienen delgadas durante los nueve meses de gestación, regresando a su figura esbelta rápidamente tras el parto. El embarazo es un momento crítico y muy propenso a desarrollar trastornos alimentarios (tanto en exceso como en defecto), más aún si se trata de embarazos adolescentes.Los peligros a los que se enfrentan tanto la madre como el propio proceso de embarazo son muchos. Algunas de las problemáticas que pueden aparecer son un grave riesgo de desnutrición, acompañado de anemias, descalcificación ósea, pérdida excesiva de cabello, baja producción de leche materna, alteraciones hormonales, piel seca, agrietada y deshidratada, problemas digestivos y cardiovasculares, restricción en el crecimiento intrauterino, disminución del líquido amniótico, parto prematuro o bajo peso al nacer, y, en casos extremos, causar la muerte de la madre o el aborto espontáneo.Pero los problemas no se dan sólo durante el embarazo, ya que las mujeres que padecen pregorexia tienen problemas para crear vínculos afectivos y por tanto, pueden tener dificultades para generarlos con el/la hijo/a durante el periodo de lactancia.Aunque la pregorexia puede desarrollarse en los primeros estadios del embarazo en mujeres sin desarrollo de un desorden alimentario previo, se considera que también puede extenderse a mujeres con historias previas de trastornos de la conducta alimentaria (especialmente anorexia), que quedan embarazadas durante un periodo de recuperación tras haber sufrido amenorrea (falta de menstruación), ya que puede tener ciclos irregulares que complican la eficacia, en su caso, de los anticonceptivos, pudiendo producirse el embarazo cuando la paciente es todavía muy vulnerable.El papel de la familia es fundamental en la detección de síntomas del trastorno dada la baja conciencia de enfermedad que tienen las mujeres que lo sufren, teniendo como señales de alerta la reducción del consumo de alimentos, el rechazo al propio cuerpo y al embarazo, el ejercicio excesivo, la obsesión con el peso y el bajo peso durante el embarazo. El apoyo emocional y la comprensión del entorno, así como la intervención psicológica especializada son fundamentales para superar con éxito estas problemáticas.

Patricia Boldú de Luelmo

véase también en: 
http://expertoentrastornosdelaalimentacion.com/blog/2014/06/10/pregorexia-un-trastorno-de-la-conducta-alimentaria-casi-desconocido/

La huella de la pobreza infantil dura toda la vida

Fuente Original: http://www.elmundo.es/salud/2014/05/29/5387112fca4741f6628b4575.html

Uno de cada cuatro menores de 16 años en España vive por debajo del umbral de la 14013605753313pobreza, según datos difundidos esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Todos esos niños, según demuestra la ciencia cada vez con mayor certeza, sufrirán en su edad adulta más riesgo de obesidad, problemas cardiovasculares, deterioro cognitivo, exclusión social, salarios más bajos y otra plétora de problemas.

La reunión anual de la Asociación de Economía de la Salud (AES), que se celebra estos días en Pamplona, ha servido para poner de manifiesto los últimos estudios que relacionan pobreza infantil con secuelas para la salud durante la edad adulta. Porque como explica a EL MUNDO Pilar García, vicepresidenta de AES, «cada vez está más claro que las condiciones de vida durante los cinco primeros años de vida de un niño le marcan para el resto de su vida».

En el caso de situaciones más extremas, como el maltrato infantil, existen incluso evidencias científicas que demuestran que esa violencia deja una huella física en el cerebro de los menores. Como demostraba recientemente Joaquim Radua, presidente de la Sociedad Española de Neuroimagen, en un artículo publicado en la revista The American Journal of Psychiatry, los niños que han sido maltratados en la infancia tienen menor volumen de sustancia gris en ciertas regiones cerebrales que se desarrollan un poco más tarde, en la adolescencia, y que podrían explicar los déficits cognitivos y emocionales de estas víctimas en su edad adulta.

En el caso de la pobreza, explica Radua al periódico EL MUNDO, también se han detectado disminuciones de volumen -especialmente de materia gris-, así como déficits funcionales. Y aunque admite que sí podría hablarse de una huella física de la pobreza en el desarrollo cerebral, considera que los estudios son aún preliminares.

Como recordaba también recientemente un panel internacional de expertos reunidos en Vancouver (Canadá) por las Sociedades Académicas Pediátricas, los mecanismos por los que la pobreza infantil deja su huella para el resto de la edad adulta son muy variados. Desde marcas en los propios genes (a través de mecanismos epigenéticos que influyen en nuestro ADN a través del ambiente físico), las secuelas que tiene el estrés a través de la oxidación celular, los efectos de la malnutrición, las peores oportunidades educativas…

«Por ejemplo, el estrés de la madre durante el embarazo puede ya incluso tener secuelas en la formación del feto», explica García; «pero además, las familias en dificultades económicas pueden tener peor salud mental -lo que influiría en una menor estimulación cognitiva de los niños- mayores niveles de estrés en el hogar, unas peores condiciones de vivienda…».

Los datos sobre el maltrato, por ejemplo, «muestran las graves consecuencias de las adversidades ambientales infantiles en el desarrollo cerebral», señala Radua a EL MUNDO. Estudios similares han mostrado las consecuencias del acoso escolar, años más tarde, en forma de depresión, ansiedad, dolor de cabeza o incluso ideas suicidas; pero también como una especie de huella biológica en su organismo.

Como coinciden los especialistas, los efectos de la pobreza durante las primeros años de vida no vienen mediados únicamente por la malnutrición en los primeros años de vida -que se ha relacionado con mayores tasas de obesidad en la edad adulta-, sino a través de ese amplio abanico de mecanismos en los que la educación juega un papel importante. «Sabemos por ejemplo que estos niños tienen peores resultados educativos y eso acaba repercutiendo en peores oportunidades laborales», explica García, profesora en la Escuela Erasmus de Economía de la Universidad de Rotterdam. En el caso de las mujeres, añade esta especialista, «se ha demostrado que aquellas con niveles de ingresos más bajos tienen una renta acumulada a lo largo de su vida un 25% inferior a las mujeres de los niveles superiores».

Marteen Lindeboom, profesor de Económicas en la Universidad de Ámsterdam (Holanda) especializado en las secuelas de la pobreza infantil, señala por su parte que estas condiciones de vida iniciales se pueden traducir incluso en dos años menos de supervivencia de media. «Es cierto que la mayoría de estudios sobre este tema se hicieron a principios de siglo, pero también hemos visto que son las intervenciones precoces, precisamente en los primeros años de vida, las que tienen mayor eficacia. Porque lo que ocurre en esos años es luego muy poco reversible y las intervenciones tardías son poco eficaces». Y como él mismo añade, no sólo los grandes eventos (como una guerra) tienen efectos en los niños, sino que otro tipo de eventos (como la contaminación o un ciclo económico bajo) pueden dejar su huella para el resto de la vida.

A pesar de que la crisis económica ha agravado las situaciones de pobreza en España, García recuerda que el problema no es nuevo. «Aquí ya teníamos los niveles de pobreza infantil más altos de Europa. El problema es que las administraciones no se toman el problema en serio porque esto sólo tiene consecuencias a largo plazo y aquí se toman las decisiones más cortoplacistas». «La situación de desempleo en España es tan grave que eso está provocando niveles de estrés muy importantes, que pueden tener consecuencias incluso desde el mismo momento de la formación del feto«, añade Lindeboom.

Reforzar las becas de comedor o los programas de apoyo escolar para los niños con pocos recursos serían algunas de las soluciones para que ese 25% de los menores españoles no se conviertan en adultos con una mala salud, que consuman más recursos sanitarios por sus enfermedades crónicas y una menor productividad laboral que el resto de sus coetáneos.

La huella biológica del »bullying»

Fuente original: http://www.elmundo.es/salud/2014/05/13/5371114aca4741dc7f8b46a6.html

Niños entrando en un colegio.

Se sabe que los niños que sufren acoso escolar tienen más depresiones y más ansiedad cuando crecen. Más allá de las repercusiones emocionales y sociales, una nueva investigación apunta que el bullying también deja claras huellas biológicas en los afectados que explicarían por qué estas personas tienen algunos problemas de salud más adelante.

La mayoría de los trabajos científicos realizados hasta la fecha se centran en los efectos psicosociales de la intimidación escolar en la edad adulta, sin embargo, apuntan los investigadores de este trabajo, publicado en la revista PNAS, las víctimas del acoso suelen tener «problemas de sueño, dolor abdominal, menos apetito, dolores de cabeza y se ponen enfermos con frecuencia […] Poco se sabe sobre cómo las adversidades sociales influyen en la biología de las personas implicadas en este tipo de prácticas».

Para averiguarlo, un grupo de científicos de la Universidad Duke Medicine (junto a tres universidades: Carolina del Norte, Emory y Warwich) analizó los datos de 1.420 personas durante más de 20 años. Para este estudio prospectivo, los individuos fueron seleccionados al azar y, por lo tanto, «no tenían especial riesgo de enfermedad mental o de ser intimidados», puntualiza William Copeland, principal autor del estudio y profesor del departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke (Durham).

Los participantes fueron entrevistados a lo largo de su infancia, durante la adolescencia y en la edad adulta. Entre otros temas, se les preguntaba sobre sus experiencias con el acoso escolar, como víctimas, como acosadores o vivencias en los dos sentidos. Por otro lado, argumenta Copeland en su artículo, «analizamos sus muestras de sangre para observar las consecuencias a nivel biológico».

Con los resultados de la encuesta y los análisis en la mano, «observamos que los niveles de la proteína C reactiva (PCR) estaban mucho más altos en los adultos que habían sido víctimas de acoso escolar que en los acosadores o aquellos que habían vivido los dos roles». De hecho , los niveles de PCR aumentaban con el número de veces que los individuos fueron acosados.

La proteína C reactiva es un marcador de la inflamación en el cuerpo y supone un «factor de riesgo para problemas de salud como el síndrome metabólico (conjunto de factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión, la obesidad abdominal, la resistencia a la insulina o la hipercolesterolemia) y la enfermedad cardiovascular», señala Copeland. «Este podría ser el mecanismo por el que las víctimas de bullying desarrollan algunos problemas de salud más adelante», concluye el autor.

Según los expertos, los niveles de PCR varían en función del estrés, la mala nutrición, la falta de sueño y las infecciones, pero ahora, dados los últimos resultados, se puede decir que «esta proteína también se altera en relación con factores psicosociales«, remarca el estudio, concretamente, con las experiencias de intimidación.

Aunque en los tres grupos se observó un incremento de la proteína C reactiva, tanto a corto plazo como en la edad adulta, dicho aumento era significativamente mayor entre los acosados que en los acosadores, que mostraban niveles incluso más bajos que aquellos que habían adoptado ambos papeles. Esto significa que, de alguna manera, ser sólo acosador puede aportar ventajas biológicas, es decir, «puede proteger contra el aumento del marcador inflamatorio» y por tanto de su posible repercusión en la salud.

Nuestro hallazgo sugiere que este mecanismo puede ser clave en el desarrollo de algunas enfermedades y, teniendo en cuenta esto, «las víctimas podrían ser objeto de políticas de promoción de la salud física y emocional, para disminuir así el riesgo a desarrollar enfermedades asociadas a la inflamación».

No obstante, añaden los investigadores, es necesario hacer más estudios sobre esta asociación, ya que la muestra no es lo suficientemente representativa.

El alcohol mata cada año a 3,3 millones de personas Un 5,9% de los fallecimientos en el mundo tienen alguna relación con el consumo de alcohol

Fuente original: http://www.elcorreo.com/alava/sociedad/salud/201405/12/alcohol-mata-cada-millones-20140512144513-rc.html

El alcohol mata cada año a 3,3 millones de personas, una cifra superior a las muertes por SIDA, tuberculosis y violencia juntas, según ha anunciado este lunes Naciones Unidas, que alerta de un empeoramiento de la situación. Una de cada veinte personas fallecidas en el mundo muere por alguna de las más de 200 enfermedades vinculadas al alcohol, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En 2012, el uso nocivo del alcohol mató a 3,3 millones de personas en el mundo, frente a los 2,5 millones en 2005, según la OMS, que lamenta la falta de acción de las autoridades durante este período. “En vista del aumento de la población en el mundo y del consumo previsto de alcohol, las muertes imputables al alcohol […] podrían aumentar más” si no se ponen en marcha políticas de prevención, advirtió el subdirector general de Enfermedades No Transmisibles en la OMS, Oleg Shestnov.

Un 5,9% de los fallecimientos en el mundo (7,6% en hombres y un 4% en mujeres) a causa de enfermedades infecciosas, accidentes de circulación, heridas, homicidios, enfermedades cardiovasculares o diabetes, entre otros, tienen alguna relación con el consumo de alcohol.

La situación debería empeorar a medida que los países más poblados del mundo aumentan su nivel de vida, sobre todo, en India y en China, mientras que en América, Europa y África el consumo se mantiene. La OMS espera, por ejemplo, que el consumo anual aumente en China a 1,5 litros por persona antes de 2025.

Según el informe, en 2010, los mayores consumidores de alcohol fueron Rusia, los países de Europa del Este, Portugal, la mayoría de países de la Unión Europea, Canadá, Australia y Sudáfrica.

En 2012, el consumo mundial equivalía a 6,2 litros por persona de más de 15 años. El 25% de este consumo escapa al control de las autoridades, un porcentaje que se eleva en paísesalcohol--575x323 donde el alcohol está mal visto por la sociedad, como en la zona oriental del Mediterráneo o el sureste de Asia.

La mitad del consumo oficial de alcohol en el mundo se realiza en forma de licores, seguidos por la cerveza (34,8%) y el vino (8%).

Según la OMS, el 48% de la población mundial nunca ha probado el alcohol y la abstinencia es más frecuente entre las mujeres. Asimismo, el 11,7% de los jóvenes entre 15 y 19 años tienen borracheras puntuales frente al 7,5% en la población mayor de 19 años. Esta tendencia se invierte, sin embargo, en los países del sureste de Asia.

¿Estamos preparados para acompañar al enfermo de Alzheimer en la última etapa de su enfermedad?

El gran avance de la medicina de nuestros días hace posible controlar en gran medida los sufrimientos físicos del enfermo. En las etapas más avanzadas de la enfermedad de Alzheimer, los tratamientos paliativos constituyen la única solución terapéutica posible. Frente al sufrimiento del hombre, lo único que es capaz de ofrecer la estructura sanitaria, la sociedad entera, son sedantes que ayudan al enfermo a aliviar el dolor y relajarse. Es en este momento cuando nuestro papel como acompañantes del enfermo cobra importancia. ¿Estamos preparados familiares y cuidadores para acompañar al hombre en el sufrimiento y la muerte?

El sufrimiento y la muerte se han excluido de la vida del hombre. Se habla y razona como si el hombre no debiera morir nunca, porque la vida del hombre es un esfuerzo titánico por afirmarse a sí mismo, y la muerte y el dolor son signo absoluto del fracaso de este esfuerzo. Residencias, sanatorios, y hospitales, son los lugares asépticos, ajenos a la vida, encargados de ocultar este fracaso. alzheimers-disease3Hoy en día, la muerte imprevista es la única deseable porque elimina la necesidad de hacer del morir un acto de la persona.
Decía la Madre Teresa de Calcuta: «El sufrimiento físico es muy difícil, porque abarca todo nuestro cuerpo cuando tenemos dolores y sufrimos. Pero lo que yo encuentro terrible, es la soledad de nuestra gente, el hecho de sentirse como indeseables, no amados: éste es un sufrimiento terrible. Se puede hacer algo por el sufrimiento físico porque se ve, pero no hay palabras para explicar el sufrimiento interior».
En el caso de la enfermedad de Alzheimer, la situación se agrava por el rápido avance del deterioro psíquico que comienza por pequeños olvidos, falta de atención y concentración, síndrome afaso-apraxo-agnósico, y desemboca en su fase más severa en comportamientos agresivos, problemas de comprensión y reconocimiento de personas hasta llegar a la demencia completa, en la que el enfermo se muestra mudo, incontinente, postrado en cama e incapaz de hacer nada por sí mismo.
Son muy pocos los enfermos de Alzheimer que acaban sus días en casa rodeados de sus familiares. La enorme dependencia física y la dureza de la vida junto a uno de estos enfermos, hace que los familiares se planteen el ingreso en una residencia o centro especializado que, normalmente generan un gran desembolso económico.
El enorme gasto que supone el ingreso del enfermo en una estas clínicas no nos asegura su bienestar. Si bien es la mejor solución para su deterioro físico, cierto es también que hoy en día gran parte de estos centros, sobre todo aquellos a los que una familia media puede acudir por ser más asequibles (me refiero a centros cuyo importe no desciende de los 1.500 euros y que en muchas ocasiones son subvencionados por la sanidad pública) no poseen personal especializado y preparado para tratar a este tipo de pacientes. Sus estados violentos y sus episodios psicóticos, no son comprendidos desde un punto de vista «físico» y son paliados con frecuencia con fármacos y reacciones igualmente violentas como, por ejemplo, atar al enfermo a la cama para dejarlo inmovilizado.
Mucho más dura es esta situación para el familiar, quien, por ejemplo con frecuencia no distingue fácilmente la diferencia entre un estado anormal del paciente y un gesto desagradecido de éste frente a una situación que le resulta molesta. No es raro que familias con miembros enfermos de Alzheimer lleguen a desestructurarse e incluso que aquellos que pasan más tiempo con el enfermo precisen tratamiento psicológico por depresión.
Por todo ello creo que, lo más importante en las últimas etapas de la enfermedad de Alzheimer es enseñar a familiares y cuidadores a acompañar al enfermo, ya que un acompañante relajado y paciente puede actuar como la mejor de las terapias.

Fuente: Patricia Boldú, Psicóloga en Buel Psicología